A raíz de algunas entradas recientes y basándome en mi experiencia como
traductora en potencia, he decidido redactar mi propia lista de consejos que
hay que tener en cuenta a la hora de relacionarse afectiva o amistosamente con
un traductor (o futuro traductor, o traductor potencial).
Antes que nada, quiero
aclarar que esta entrada es simplemente una exageración de la realidad
para provocar algunas risas entre personas que sí se sienten
identificadas con estos puntos. En ningún momento he querido pecar de
soberbia, creerme superior, menospreciar a los demás o dar lecciones de
nada. Si no entendéis el sentido del humor de lo que he escrito, lo
siento. Simplemente es mi opinión, como digo, bastante exagerada. :-)
1) Por favor, no confundáis «traductor» con «intérprete». Los traductores podemos ser también
intérpretes y viceversa, pero son cosas
distintas. Un traductor traduce texto,
de forma escrita. Un
intérprete "traduce" un discurso,
conversación o ponencia, de forma oral.
Mientras que el traductor puede trabajar desde su casa, el intérprete tiene que
enfrentarse al trato humano y al pánico escénico. Por eso yo prefiero no ser intérprete, si puedo evitarlo.
2) No discutáis con nosotros sobre cuestiones
idiomáticas (ni del español ni de ningún otro idioma que dominemos). A los
traductores profesionales de España nos encantan los idiomas, estamos casi obsesionados con ellos. Siempre
intentaremos aprender uno nuevo o mejorar en otro que ya conozcamos, y sabemos
bastante. Por ello, ni se os
ocurra contradecirnos a
no
ser que estéis completamente seguros de que lo que decís es así. Un
traductor
es capaz de encontrar en un momento cinco fuentes distintas que apoyen
su
teoría, y otras tantas que refuten la vuestra si es incorrecta (que para
eso
estudiamos Documentación en la carrera y la practicamos diariamente).
Esto se aplica a normas ortográficas,
puntuación, acentuación y pronunciación, entre otras. Doy fe de que la
gente se
empeña en discutir conmigo cómo se pronuncian determinadas palabras en
inglés, y me enerva. Vamos a ver, primero: si no tienes ni idea, no
digas
nada; segundo: si te doy pruebas fonéticas de que lo que me estás diciendo no se pronuncia así, sino como yo digo, no me sigas contradiciendo;
tercero: si tú no tienes pruebas ni tampoco tienes ni idea de cómo leer
fonética, no tenemos más que hablar.
3) No os sorprendáis (bueno, no salgáis huyendo) si nos veis emocionadísimos en la planta de diccionarios y manuales de consulta de cualquier librería o
lugar donde haya una alta concentración de libros yendo de acá para allá y
comentando las maravillas de la nueva Ortografía de la RAE, del estupendo
Diccionario Redes o del ideal librito de verbos Bescherelle. Así como a
vosotros os hace mucha ilusión una figura, poster, camiseta, película o nuevo
disco de vuestro grupo favorito, nosotros amamos
los diccionarios y los manuales de consulta por encima de [casi] todas las cosas (a pesar de que a veces nos den más
penas que alegrías) y los consideramos un regalo estupendo (*guiño guiño*), mientras que
vosotros fruncís el ceño y decís por lo bajini: «bueno, si a ti te gusta...».
4) También amamos los libros,
y por supuesto leer. Eso es un hecho y uno de nuestros
mayores pasatiempos. Podríamos pasarnos la vida leyendo (de hecho lo
hacemos, aunque no siempre leemos lo que nos gustaría). Y ¡ojo! Los
traductores leemos en el idioma original siempre
que sea posible. Bastantes chascos nos hemos llevado ya, que parece mentira que no estemos curados
de
espanto. Aunque a veces nos vale el dicho de «Ojos que no ven, corazón
que no
siente» si leemos un libro traducido y nunca jamás en la vida leemos su
versión original. Pero como eso es poco probable que ocurra, al final
nos
llevamos muchísimas decepciones, indignaciones y rabietas. Si a vosotros
no os gusta leer, podemos llegar a entenderlo, pero respetad nuestro
pasatiempo. No os pongáis a hacer cosas
ruidosas cuando queramos disfrutar de nuestro [escaso] tiempo libre de
forma tranquila.
Entended también que leer es un pasatiempo solitario y que si os ponéis a
hacer
cualquier otra cosa al lado que no implique quedarse quieto y en
silencio, puede que nos moleste.
5) Derivado del punto anterior, los traductores somos críticos. Muy críticos. Estamos cansados de encontrar
traducciones pésimas, traductores que parece que los acaban de sacar del
colegio, cosas de
cajón que están mal, falsos sentidos y de decir o pensar cosas como: «mi prima de cinco años podría haberlo escrito mejor», «esto no significa lo que pone aquí»,
«pero cómo puede haber pasado esto por alto», «está claro que esto es una frase
hecha y lo han traducido literalmente», «quién narices le ha pagado a esta
persona por hacer esta cosa a la que denomina trabajo» y un largo etcétera. Sí,
nosotros siempre lo habríamos hecho mejor (eso sí,
habría que vernos). La verdad es que leer un libro en su versión original y
luego leer su traducción (o viceversa) es una de las peores experiencias para
un traductor. Nos duele el alma. Benditos seáis los demás, que vivís ajenos a
este suplicio. Por lo tanto, no os toméis a mal nuestras críticas. Son
constructivas, aunque nos indignemos.
6) Obviamente, nuestro único pasatiempo no es leer. También nos suele gustar el cine
(aunque después de pisar el mundo de la traducción audiovisual, muchos
pueden acabar bastante desencantados con el séptimo arte). Y al igual
que pasa con los libros, los traductores vemos las películas y las
series en versión original. Si os gusta que os lo den todo
masticadito y doblado o no os gusta leer subtítulos (en el idioma original, por
supuesto, que eso de leer subtítulos en español, sobre todo si se han
descargado de alguna página de internet, es el
pecado más mortal y una total
aberración), mejor no veáis películas ni series con un traductor. Y si este
cede a vuestras súplicas, ateneos a las consecuencias: «eso no se dice así, lo
han doblado mal», «se están inventando los subtítulos», «por Dios, eso es un
calco como una catedral», «no ha dicho eso», y otro largo etcétera. Tema aparte
son las adaptaciones literarias al cine. Lloro, con eso os digo todo.
7) Como decía, a los
traductores también nos gustan otras cosas aparte de los libros y los idiomas. En el
fondo somos personitas con sentimientos, así que nos puede gustar cualquier
otra cosa que le guste a una persona normal. Quiero decir... bueno, ya me
entendéis. Nos pueden gustar los deportes, tocar un instrumento, los
videojuegos, salir de fiesta, ir de acampada, ir a museos, la moda, comer
kebabs... esas cosas. Ni nos pasamos el día encerrados en casa, ni somos unos
frikis gafapastas. Los habrá, y no hay nada malo en ello, pero no todos somos así. No nos estereotipéis ni tengáis miedo
a compartir vuestras aficiones con nosotros o a invitarnos a hacer cosas diferentes. A
veces estamos cansados de leer (en eso se basa el 99 % de nuestro trabajo) y
queremos pasar nuestro tiempo libre haciendo otra cosa.
8) Nunca, nunca, jamás en la vida se os
ocurra decirle a un traductor que las máquinas le sustituirán. He oído la misma frase cientos de veces
y me hierve la sangre: «pero, ¿para qué estudias eso? ¡Si Google Translate puede hacer tu trabajo por ti!». Pero vamos a ver, señores, un poquito de sentido común... ¡¿Cómo es posible que una máquina
pueda hacer el mismo trabajo que una persona?!. Para empezar, la máquina no piensa, es una
má-qui-na. Vosotros, inocentes e inexpertos no-traductores, no os dáis cuenta de la complejidad del
lenguaje, por eso no lo entendéis... pero resumiendo, os voy a revelar uno de los
puntos básicos de la traducción: el contexto. Sin el contexto, no
somos nadie. Y con Google Translate pasan dos cosas: 1) Como es una
má-qui-na no puede pensar y traduce lo que le han dicho que traduzca. 2) Puede
haber infinitos contextos en el mundo, tantos como textos, por lo tanto es
imposible que una má-qui-na pueda tener almacenado en su «cerebro» de metal cómo
traducir cada cosa en cada contexto. Ahí entra nuestro papel humano. Nosotros
sí podemos pensar, podemos situarnos en el contexto del texto y decidir cómo
traducir cada cosa. Por eso las máquinas nunca nos sustituirán.
9) Tampoco se os ocurra decirnos que
nuestra carrera no tiene salidas. Sois un poco obtusos si creéis eso. Y por esa regla de tres, ninguna
carrera tiene salidas. Todo depende del momento y de la persona. Puede que algo
parezca no tener salidas ahora, pero quizá dentro de X años tiene miles, o
puede que pase al contrario. Y puede que os topéis con muchos traductores
mediocres que os dirán que «de la traducción no se vive».
Mentira. Si uno es un
buen traductor y hace bien su trabajo, puede vivir de ello
perfectamente, ¡hombre ya!. Nuestra carrera en concreto tiene muchas más
salidas que las cuatro
que la gente nos impone. Hay todo un mundo relacionado con la traducción
y la interpretación, un mundo muy
amplio. Así que aplicaos esta regla de oro, para esto y
para todo, no-traductores: no habléis sin saber. Y traductores: sed un poquito optimistas.
10) No somos diccionarios andantes ni
trabajamos gratis. No
tenemos por qué saberlo todo ni por qué tener ganas de explicarlo todo. Si
tenéis una duda, mirad en un diccionario, en un manual o en internet. Y si
después de todo eso veis que no encontráis respuesta, preguntadnos, pero sin
exigencias. Tampoco nos gustan los: «oye, mira, tradúceme esto, que tú sabes inglés y no tardas nada». No somos sirvientes, nuestro trabajo también nos cuesta tiempo, y nuestro tiempo es dinero. Por
más que a vosotros os parezcan dos líneas, tres páginas o un párrafo de nada, los
traductores cobramos por palabras, así que estamos perdiendo dinero haciendo
traducciones «de favor». Pero como somos buenos, no solemos decir que no a
ciertas personas. ¡Así que no
abuséis!
Viñeta de Mox |
A pesar de que por todos estos puntos
pueda parecer que los traductores somos bordes, exigentes, impacientes o que
nos enfadamos con facilidad, no es del todo así. Tenemos nuestros momentos,
como todo el mundo, pero somos muy buena gente, agradables, simpáticos,
inteligentes, perfeccionistas, curiosos, sabemos muchas cosas, podemos hablar
de muchas otras, siempre estamos dispuestos a resolver las dudas del prójimo, a revisar cosas, a hacer puntualizaciones y a
colaborar cuando sea necesario. Vamos, que quien tenga a un traductor en su
vida, tiene una gran fuente de información, además de una joyita que debería
cuidar bien :)
Dedicada a todos los compañeros
traductores que tan bien entenderán todo lo que os cuento.